5 de mayo de 2012

Tanteando el terreno



Le habían dado los horarios de entrenamiento, pero ella quería verlas primero en acción, en vivo y en directo. Fue entonces al Parque Nacional pero, maldita sea su ignorancia y su pobre sentido de la ubicación, se perdió en el camino. ¿Dónde diablos quedaba la pista de patinaje?

Habiendo recorrido gran parte del parque, se disponía ya a darse por vencida y devolverse a su casa, pero al girar la cabeza, por pura casualidad, vio finalmente la pista a lo lejos. "¡Es una señal del destino!", pensó emocionada mientras se dirigía hacia la pista, sin perderla de vista.

Cuando llegó se sintió un poco fuera de lugar. Un gran número de mujeres jóvenes, todas de gran belleza, algunas tatuadas, algunas perforadas, algunas con el cabello teñido, algunas comiendo, algunas hablando, algunas riendo, se aglomeraban en una de las esquinas de la pista, pero ¿cuál de todas ellas más intimidante? "Son como amazonas", pensó mientras caminaba tratando de mantener un bajo perfil, sentándose finalmente en una de las bancas de concreto más lejanas.

Celebraban algo, comían torta, sonreían, parecía un equipo bastante unido. Cuando la reunión acabó, rápidamente se desplazaron al centro de la pista para prepararse para el entrenamiento. Hicieron algunos ejercicios que recordó haberlos hecho también en su época de patinadora. Observó cuidadosamente los movimientos de cada una, identificando las más fuertes del equipo, y las que, probablemente, apenas comenzaban a hacer parte de él. El resto del entrenamiento fue una práctica de los movimientos del Roller Derby. Muchas caídas, muchos golpes. "Tengo miedo de esas niñas", dijo.
Fue un día interesante.

Solo le faltaba comprar el equipo para comenzar los entrenamientos, cosa que ya estaba libre de hacer en cualquier momento, pues sus padres le habían dado parte del dinero aquél día. “Ojalá mañana domingo abran el local”, pensó antes de dormir.

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