3 de diciembre de 2013

Observatorio del SITP - Bogotá



Hoy en día, la ciudad de Bogotá atraviesa por un periodo de transición en  materia de transporte público y movilidad. En un primer momento, se instauró el Sistema Transmilenio, el cual es referente en soluciones de movilidad a nivel mundial. Ahora, en el marco del Plan Maestro de Movilidad, se introduce el Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), el cual busca, de cierta manera, reorganizar la ciudad a través del transporte público y  eliminar “la guerra del centavo”.

Sin embargo, mucha controversia se ha creado en torno al tema, especialmente en los últimos meses, no solo en la ciudad, sino en todo el país. Esto porque la mencionada transición se llevó a cabo por el actual alcalde Gustavo Petro, quien ha estado sujeto a fuertes críticas, sin mencionar los incesantes esfuerzos de muchas personas para revocar su elección. Además, el foco de los medios de comunicación se ha concentrado principalmente en los accidentes que han tenido varios buses del SITP durante los últimos meses. En concordancia con esto, es pertinente preguntarnos ¿cómo la opinión pública ha percibido la implementación del SITP, y a su vez, cómo esta ha influido en el desarrollo del sistema?

Para conocer más sobre los resultados de este proyecto, haga click aquí!

[Este proyecto transmedia fue presentado para la asignatura de Opinión Pública e Instituciones Sociales]

24 de octubre de 2013

Pusilánime



Una vez tuve un compañero, una vez hace mucho tiempo. En un principio lo tenía él todo, lo tenía yo todo, y nada nunca faltaba. Los días eran amenos, las conversaciones interesantes, las felicidades se apilaban y las tristezas no existían. Al pasar el tiempo, el amor floreció, un amor puro e inocente. Él, con el anhelo de algo bueno, y yo, con la curiosidad de algo nuevo, nos aventuramos en una historia de dos. Cuánta alegría por aquellos días en que mi mano y la suya, ambas, ser tomadas por la otra querían.


El tiempo pasó y sin aviso previo, mi compañero temió de su propia felicidad. Al hesitar renunció a todo, sin siquiera detenerse a pensar. La lengua pudo más que su mente, y a mí solo me mandó a volar. Quiso reemplazarme, mientras yo, lejos de él, todavía esperaba hacerlo recapacitar. El momento llegó, y al verme de nuevo cambió de parecer: "¡Qué tonto, qué estúpido he sido yo al caer!". Y yo lo perdoné, pues hesitar cualquiera lo puede hacer.


Seguimos con la historia que a tropiezos comenzó a ceder, y mi compañero luego no me supo querer. Buscaba en otros lados otra gente, otra manos para tomar y distraer su mente. ¡Qué sufrimiento el de él, tener ahí a alguien, claramente! El infierno se desató cuando terceros a la historia se metieron, y tratando de separarnos, ¿sobre qué no mintieron? Qué dolor, qué mentiras, ¡yo no quería algarabías! Entonces, mi confianza en él comenzó a flaquear, pero sin rendirme, claro, porque uno siempre se debe esforzar. 


Un año transcurrió desde que lo había conocido, y Año Nuevo se pasó como si yo no hubiera existido. Volvió a buscar a con quién había tratado de reemplazarme, pero claro que no, yo no iba a dejarme. Me mintió en la cara como si no hubiera mañana, pero la mentira le salió bien cara. Cansada, decidí dejarlo ir, y para no derrumbarme, irme yo a divertir. Al arrepentirse, una vez más, decidió cambiar por mí, y yo saqué fuercitas para creerle y le dije que sí.


Para mi sorpresa, el cambio, aunque tropezado, fue bastante rápido, y él en sí mismo se volvió de nuevo cálido. Qué felicidad, pensé que nunca acabaría, y mi futuro con él siempre esperanza tendría. Mi compañero entonces planeó nuestras vidas, y yo extasiada dije "esto sí que es vida". Pero como todo lo bueno, tampoco aquello duró, y después de un tiempo el infierno volvió. Las peleas, cada vez más fuertes, llegaron al punto de no faltar sino que nos diéramos juete. Luego él perdió por mí el respeto, y dije solo "yo no me aguanto esto". Al decir aquello decidió terminar, y aunque volvimos a intentar, no volvió a funcionar. 


Lo que quisiera desear es que él, mi primer amor, no se vaya a arrepentir, como hizo ya tantas veces, que su corazón no vuelva a desistir. Sin embargo, tan bondadosa aún no me permito ser, pues sé que un error cometió antes y que ahora volvió a cometer. No valoró mis esfuerzos, ni mi amor por lo que sé, y pensaba que amigos podríamos de la nada volver a ser. La amistad, como la confianza, se deben ganar, pero si no hace nada, pues nada se le va a regalar. 


Amor, desafortunadamente, todavía tengo mucho para dar, pero al despreciarme él tanto, ya no me quiero equivocar. Me obligó a pasar la página sin siquiera yo querer y, al ver que me rehusaba, venganza comenzó a apetecer. Deshizo en un día lo que en aquél buen tiempo había logrado, y con eso solo me facilitó el trabajo: como una vez lo convencí de volver, ahora me convenció él de lejos querer correr. 


Yo sigo aquí añorando aquél inicio de la historia, y aquél breve intermedio en el que solo paz se respiraba, pero no sé qué espera él, o si abandonarme solo deseaba... En fin, el futuro brillante que una vez pintó, se deshizo ante mis ojos porque ya no lo intentó. "Pusilánime" decidí entonces llamarlo, por ser el hombre que lo quiso todo, pero al primer problema siempre el intentar cesó. 

30 de septiembre de 2013

Lo sabes, lo sé, vecinos hay que escoger


Fue despreciable cuando se llevó a mi amigo, tan cruel. Lo enloqueció hasta que por fin un día, mientras hablaba con él, se arrodilló frente a mí, tomó en sus manos el extraño instrumento lanza llamas, y como haciendo una oración, decidió prenderle fuego a su cara, no sin antes despedirse y predicarme unas dulces palabras sobre la amistad. La llama estaba tan cerca que, en vez de achicharrar su cara, como imaginé que pasaría, fue desintegrándola por partes, mientras me observaba a través de las flamas.

Al esgrimirme una última sonrisa, su mandíbula se le desprendió, y desapareció en el aire hecha polvo, antes de que pudiera tocar el piso. Luego fue el turno de su nariz, que esta vez no se desprendió, sino que se le redujo a ceniza en el mismo lugar. Finalmente, sus ojos, aquellos cálidos y hermosos ojos que me habían observado desde hacía tantos años, se fueron, las llamas también los consumieron, pero nunca dejaron de verme fijamente. No parpadearon, no hicieron seña de dolor alguno, o miedo, o arrepentimiento.

Mi amigo se había ido para no volver. Nunca volvería a verlo, al menos su cara, pues el resto de su cuerpo yacía en el piso, inerte, intacto. Al consumir la totalidad de su cabeza, el cuerpo perdió balance y simplemente se desplomó hacia adelante.

Fue culpa suya, estoy segura, no es humano. Lo enloqueció con sus extraños poderes sobre naturales, con sus persistentes y penetrantes miradas. Algo hizo -o deshizo- en la cabeza de mi amigo. ¿Cómo pude dejar que esto sucediera?


Todo comenzó al conocer, en el ascensor del edificio donde vivía, el nuevo vecino del piso de arriba. Acababa de mudarse, traía pocas cosas, de hecho muy pocas, pero una vez dijo que pensaba que los objetos materiales no lo habían hecho, ni podrían hacerlo jamás realmente feliz, así que no le di mucha importancia. El pequeño romance comenzó un par de meses después de su mudanza. Era cariñoso, inteligente, conversador… En fin, para ese entonces cada vez que salía contaba las horas para regresar al edificio.

Siempre nos reuníamos en mi casa, y veíamos incontables películas. Nunca íbamos a su apartamento, y yo simplemente supuse que se avergonzaba un poco por no tener muebles en él. En uno de aquellos días, recuerdo que me dijo que yo tenía una luz interior que brillaba a kilómetros, y que era pura y hermosa. No supe qué contestar, de hecho, no sabía ni siquiera de qué hablaba. Supuse que se trataba de un simple cumplido, así que se lo agradecí y no ahondé en el tema.

Era una persona particular y misteriosa, pero nunca sospeché nada hasta el día del ladrón. La vecina del piso de abajo, una señora bien entrada en sus 60 años, me llamó aquél día bastante agitada y asustada. Me dijo que estaba en problemas, y susurró que la ayudara cuanto antes con voz temblorosa. Apenas colgué, sin saber siquiera de qué se trataba todo aquello, corrí por un saco y unos zapatos, pero ni siquiera tuve que abrir la puerta del apartamento... El problema llegó a mí, trepándose del balcón del apartamento de mi vecina al mío.

Todo sucedió demasiado rápido, pero recuerdo haberle preguntado quién era, antes de que me pegara un fuerte puñetazo en la mejilla. Caí al piso y me llevé rápidamente la mano a la ardiente mejilla, esta vez no dije nada. El ladrón, que en realidad no le interesaba ninguna de mis pertenencias, solo quería verme sufrir. Me sentó bruscamente en una silla y comenzó a andar de un lado a otro, como pensando. 

Pasados unos minutos se detuvo, se volvió a mirarme, y declamó el discurso más sádico y violento que una persona haya podido decir jamás. No solo revelaba qué tipo de cosas me haría durante mi inevitable violación, sino que también divagaba sobre su falta de dinero y balbuceó algo que sonó a que esperaba que tuviera órganos saludables. Todo esto sin mencionar la inminente muerte de cualquiera que tratara de detenerlo.

Permanecí inmóvil, sin saber qué hacer, o decir, o pensar… era el fin. Cansado de su largo discurso, el ladrón se sentó en una silla del comedor, como para retomar fuerzas. Al ver una pequeña caja de pastillas, me preguntó si estaba enferma. Incrédula, le dije que no entendía. Y este repitió esta vez su pregunta con ira. En realidad no lo estaba, eran pastillas para mi recurrente alergia rinítica... pero él no lo sabía. Sin pensarlo dos veces, respondí tan naturalmente como pude que sí, y describí la enfermedad más grotesca, sin saber si realmente existía -o si me creería-.

Al terminar mi descripción, el ladrón masculló unas cuantas palabras, y su siguiente acción no fue sino treparse por mi balcón al de arriba. ¡Mi vecino! Tenía que avisarle, pero recordé que no había comprado teléfono -o siquiera algún objeto eléctrico-. Mientras que hacía esta conclusión inútil del teléfono, el ladrón gritó fuertemente. Pensé inmediatamente que había resbalado del balcón, así me devolví apresurada. No, sus pies colgaban arriba, pero no se sostenía él mismo, ¡alguien lo arrastraba hacia el piso de arriba! Y no se me ocurrió una idea mejor que la de treparme también por allí y asomarme un poco para ver de qué iba todo esto. 

Jamás olvidaré aquella imagen. El ladrón, tendido en el piso del balcón del piso de arriba, y mi vecino encima de él, desnudo, arrancándole enérgicamente con sus dientes enormes pedazos de piel. La perturbante escena se tornó sangrienta, y los alaridos del ladrón terminaron, pero yo ya no podía apartar mis ojos, estaba paralizada. 

Cuando el cuerpo del susodicho quedó totalmente despellejado, una operación, que parecía divertir más a mi vecino, comenzó. Tomó un hacha de cocina y comenzó a cercenarle las extremidades en varios trozos. El proceso me pareció que tomó toda una eternidad, pero probablemente no pasaron ni 20 minutos. 

Al terminar, mi vecino se levantó del piso desnudo y bañado en sangre, y con parsimonia se estiró y bostezó un poco, hasta que se percató de mi presencia. Su expresión serena se transformó en preocupación total, y me dijo: “lo siento, soy yo, son el tipo de cosas que hacemos. Pero amo tu luz, evita que lo haga tan seguido como de costumbre”.

Debí desmayarme después de haber escuchado aquello.

23 de septiembre de 2013

El por qué es la cuestión



Fue un periodo hermoso, no cabe duda, una época de paz y de pura felicidad. Fue como tomarse de la mano por primera vez, aunque por unos largos meses. Fue como el primer beso, tramposo sentimiento que se traduce con el aleteo de aquellas mariposas que habitan en el estómago, que sólo despiertan ante la emoción de un nuevo amor. Fue así, como un cuento de hadas.

Peleas sin razón, claro que las hubo, pero he sido feliz, mucho. Si, he sido infinitamente feliz pero, una vez más, cual pecador con remordimiento, me he saboteado a mí misma. Trato de dejar los hirientes fantasmas de nuestra relación de lado, pero continúan resistiéndose a volver a sus tumbas. 

Hoy no sé cómo andamos. Trato desesperadamente de no imaginar cada vez lo peor. Algunas veces lo logro, algunas no tanto y, como siempre, me van carcomiendo lentamente la cabeza, la felicidad, todo. Las peleas sin razón han aumentado en los pasados días, después de unos maravillosos meses de amor. ¿Por qué? Si, claro que las responsabilidades han aumentado, pero como me conozco, te conozco, y no aumentan las 168 horas de la semana.

Reclamo lo que es mío, tú. Reclamo lo que merezco, amor... Y un poco más que eso.

Hay quienes dicen que las mujeres sentimos cuando algo no anda bien. Y no sabes cuánto espero que al menos yo tenga una especie de disfunción femenina en ese sentido. 

Me dijiste que me necesitas. Ayer, porfin me di cuenta de que también te necesito. No te necesito para vivir, claro que no, pero te necesito como alguien necesita el sol, o la luz, o... Bueno, tu me entiendes. Solo sé que te necesito. 

Me he equivcado tantas veces, no soy mejor que tu en muchos sentidos. Pero sé lo que quiero, y te quiero a ti conmigo,y si soy lo bastante afortunada, que sea para el resto de la vida. 

Así que vuelve, que no te de miedo arriesgarte una vez más, muchas veces más. Un amor tan grande nunca es fácil manejarlo, pero aquí sigo, y aquí sigues. Te espero, como siempre.

30 de mayo de 2013

Sobre la reparación de víctimas en Bogotá



Por muchos años, Colombia ha sido protagonista de un continuo conflicto interno, de violencia, de delincuencia común, entre otros infortunios. Fue a raíz de esto que, tras varios proyectos y gestiones, la Ley 1448 de Junio de 2011 es creada y puesta en marcha. Sin embargo, para obtener reconocimiento como víctima afectada y obtener derecho a la reparación, existen varias condiciones.

Por esto, ​una de las principales apuestas que asumió el gobierno del Presidente Santos fue la implementación de una política pública que diera solución al problema de las víctimas en Colombia. Desde su posesión, apoyó e impulsó la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, la cual fue aprobada en el 2011, consolidándose como un marco legal sin precedentes en materia de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado en Colombia.

Entre las condiciones para hacer parte del proceso de reparación, se estipula que por víctimas se refiere exclusivamente a aquellas afectadas por el conflicto interno, dejando de lado la delincuencia común y otros hechos violentos por fuera del marco. 

Para ver el producto audiovisual completo, haz click AQUÍ



[Producto audiovisual presentado para la asignatura de Problemas Colombianos. Trabajo conjunto con Anderson Camilo Tellez y Juana Teresa Callejas]

29 de mayo de 2013

Bebé a bordo



Maria Elvira tiene cinco meses y medio de embarazo y lo sabe hace apenas tres semanas. Se enteró por error, fue a una consulta nutricionista en la enfermería de su Universidad porque se “veía gorda”, y este fue el resultado.

“¡Pero no puede ser posible! ¿Cómo voy a tener 19 semanas de embarazo si me puse el dispositivo en el brazo hace como 4 meses?”, fue su respuesta. Desde aquél entonces, la vida de Maria Elvira ha cambiado drásticamente, siendo una estudiante universitaria de 21 años acabados de cumplir.

Delgada, 1.50 de altura y morena, Maria Elvira sigue viéndose mucho más joven de lo que en realidad es. Pero al hablar de su embarazo, su amplia sonrisa escondida bajo sus definidos crespos no titubea, no se opaca.

Cada día, esta joven se levanta  a las 4:30 am, hace media hora de ejercicios prenatales hasta las cinco, se asea y se viste para salir de su casa. Son 20 minutos de caminata hasta el Transmilenio, y 20 minutos de viaje hasta llegar a la Universidad a clase de siete. Trata de llegar siempre con al menos 15 minutos de antelación para poder subir las numerosas escaleras que la conducen hasta su salón de clase correspondiente, pues el edificio no dispone de ascensor.

Esta mañana, como todas mañanas de las últimas tres semanas, Maria Elvira presta especial atención a su alimentación. Tomó de desayuno papaya con avena en leche “porque contiene vitamina D y Zinc, que son esenciales para el embarazo… Tengo que comer al menos cuatro porciones de frutas y verduras al día”, explica.

Pero su mañana no termina con el desayuno. A las ocho comió una porción de sandía, a las nueve un jugo y unas galletas “porque igual seguía con hambre”, dice. Al salir de clase le dio un “antojito”, así que se comió un pastel de pollo. A las once, al volver a clase, se comió una mandarina y de almuerzo comió un sánduche cerca de la Universidad.

“Me tuve que ir a lavar los dientes en el baño porque ahora me toca ponerle cuidado a eso, las caries pueden provocar abortos, no me pregunte por qué”, dice entre risitas nerviosas.

“La gente que me conoce llega directamente a consentirme la panza y a preguntarme cómo voy”, dice, “pero hay mucha gente que apenas se comienza a dar cuenta… Hay otros que miran mi cara, luego mi panza y hacen cara de terror”.

Pero muy sin escrúpulos Maria Elvira dice que hay gente que le ayuda o no le deja hacer las cosas más básicas como lavar un plato o recoger algo, y le incomoda pues “El hecho de estar embarazada no significa que sea discapacitada o boba, tengo limitaciones, pero sigo normal. Si las indígenas pueden parir e irse a trabajar, yo puedo hacer perfectamente lo mismo”.

A las dos de la tarde comió unas fresas, “para que el bebé salga rojito”. A las cinco sale de su última clase del día y se devuelve a su casa. Sin embargo, la vida de Maria Elvira no transformó simplemente su vida y sus relaciones en la Universidad, sino que su rutina también cambió en casa.

Cada noche desde que lo confirmaron, como si fuera un ritual sagrado, Pablo, el padre del bebé, le aplica aceite de almendras a la barriga de la madre y se lo frota al tiempo que le susurra inaudibles secretos de amor. Cada día, la notable barriga de Maria Elvira es protagonista hermosas palabras de aliento y ternura. “Le digo que va a ser muy bonito, muy inteligente, muy responsable”, cuenta con una sonrisa en su cara.

Este bebé, aún siendo así de inesperado como lo fue para Maria Elvira y Pablo, se ha convertido ahora en el centro de sus vidas, transformándolo todo a su alrededor. A “Inteligente”, como les gusta llamarlo, no le espera más que una vida llena de amor.

[Crónica presentada para la asignatura de Producción Periodística II]

Yuri Neira: un luchador por la justicia

Yuri Enrique Neira / Foto: Camilo Mojica

La vida de Yuri Enrique Neira Salamanca era como la de cualquier colombiano promedio. Graduado en administración de riesgos del Instituto Nacional de los Seguros, ofrecido por la Federación de Aseguradores Colombianos, trabajó durante 20 años como Analista de riesgos. A pesar de que era separado, y que su hijo, Nicolás David, viviera con su madre, mantenían una buena relación entre ellos.

Pero hace siete años, durante el primero de Mayo, su vida cambió para siempre. Su hijo fue brutalmente golpeado por agentes del Esmad, induciéndole un coma, el cual se resolvió en una muerte cerebral cuatro días después.

Fue así como Yuri Neira se convirtió posteriormente en un importante líder social de Bogotá, y del país, al ser uno de los integrantes del Movimiento de Víctimas contra Crímenes del Estado (Movice) y el creador de la Fundación Nicolás Neira. Hoy en día se encuentra exiliado por segunda vez, por amenazas constantes contra su vida.

Un dedicado padre, privado de tener un hijo

Nacido en el seno de una familia conformada por tres hermanos y una madre que hacía las veces de papá y mamá, la vida de Yuri era muy diferente a como es hoy en día. En su adolescencia, recuerda haberse mantenido informado sobre las cosas que sucedían en el país con el periódico El Tiempo, medio al que su madre se encontraba suscrita.

Con el fin de compartir un poco más de tiempo con su hijo, Yuri se inscribió a la asociación de padres en el colegio de Nicolás. Compartían todos los domingos montando bicicleta en la ciclovía, visitaban juntos la familia paterna, y salía de vez en cuando más temprano de su trabajo para llevarlo del colegio a la casa de su madre, a pesar de que tenía ruta, y le ayudaba con sus deberes. Al ser el único varón de aquella edad en la familia paterna, Nicolás fue el único sobrino, el único nieto, el único primo, por lo tanto, el más consentido.

El primero de mayo de 2005, sin embargo, la tragedia abatió la familia Neira. “Nicolás tuvo un accidente”, fue lo que Yuri recuerda que le dijeron aquél día. Salió rápidamente del trabajo, subió a un taxi y se dirigió al Cami de la Perseverancia. En la sala de espera, se encontró con un gran número de “jóvenes anarquistas”, personas de sindicatos y de la defensoría del pueblo. Y luego, vio a Nicolás en una camilla, siendo examinado por una enfermera que posteriormente le informa que debe ser trasladado al Hospital de Saludcoop, el cual tenía el equipo que requerido.

El método de lucha compuesto principalmente por marchas, investigaciones y denuncias de otros casos de crímenes de Estado y brutalidad policíaca contra civiles, ha constituido a Yuri Neira como un icono de la lucha social, especialmente entre los jóvenes. "Sus acciones son creativas y pueden sonar provocadoras, pero nunca han estado por fuera de la ley", manifiesta el abogado Mahecha, "desarma totalmente a quienes lo persiguen, pues utilizan métodos ilegales". 

Yuri visitó devotamente durante cuatro días a su hijo que se encontraba en estado de coma en el hospital, se le había diagnosticado trauma craneoencefálico severo, fracturaoccipital y edema cerebral. El cinco de Mayo muere finalmente de muerte cerebral, “el Esmad lo asesinó”, concluye Neira.

Tras la muerte de Nicolás, Yuri comienza trabajar las 24 horas de días, los siete días de la semana sobre las causas de la muerte de su hijo, los culpables, y los beneficiarios con estas muertes. Encontró que los hechos habían ocurrido durante las marchas del día internacional del trabajador, sobre la avenida séptima, donde agentes del Esmad, tras lanzar varios gases lacrimógenos hacia los marchantes, golpearon en el suelo al joven de 15 años hasta que quedó inconsciente. Sin embargo, hoy, después de siete años de la muerte del hijo de Yuri,  este homicidio continúa impune, mas no en el olvido.

Pedro Mahecha, abogado de Yuri Neira desde mayo del 2005, dice que en términos de derechos humanos, se le han violado a este el derecho de conocer la verdad, el de tener justicia y el de obtener una reparación integral. “Yuri no tiene una vida normal”, afirma el abogado Mahecha, pues al violarle estos y tantos otros derechos, Yuri ha perdido en la lucha un hijo, el derecho a la familia, el derecho a la libertad de expresión y a la física por ser detenido numerosas veces de manera ilegal, y el derecho a la dignidad al ser asociado con el terrorismo.

“Es un hombre pacífico, totalmente dedicado al caso de su hijo y demás casos relacionados alrededor del país”, afirma Maria Elvira García, estudiante de Antropología de la Universidad del Rosario que trabajó con él en 2011, en conjunto con otros colectivos por la concientización y la recuperación de la memoria colombiana.

Este delgado hombre de frondosa barba, ha logrado inspirar a numerosas personas. Desde estudiantes hasta personas de edad, se unen cada día a la lucha por la causa, denunciando los abusos del Estado y haciendo valer sus derechos. “La historia de Yuri, y especialmente él como persona, es realmente una inspiración. Es una lección de vida, de valor, y claramente de concientización y lucha social”, manifiesta Maria Elvira, “con sus acciones, Yuri nos enseña que no debemos quedarnos callados, que tenemos derechos que deben ser respetados por encima de todo”.

Comienzo de una ardua lucha

Nicolás se encontraba inmerso en algunos grupos de conciencia social conformados principalmente por jóvenes anarquistas y en pro de los animales, la justica y la verdad, los grupos de defensa a los animales, contra los circos, las corridas de toros y las peleas de gallos. Fue así como Yuri Neira se encuentra rodeado por compañeros de los movimientos que frecuentaba su hijo, así como ONGs del país.

Impulsado por un gran número de movimientos sociales, y por la muerte de Nicolás, Yuri crea la Fundación Nicolás Neira. En esta, principalmente lleva a cabo trabajos de investigación sobre actos que protagonizan la Policía Nacional, como violaciones de niños desde las camionetas de la misma policía, asesinatos en las estaciones de policía, torturas y detenciones ilegales. Desde la Fundación, presta también un servicio jurídico con abogados y servicio psicosocial en conjunto con otras organizaciones para personas que han sufrido de los abusos de la policía. Su trabajo finalmente se resume en la investigación, escritura y visibilización de aquellos casos.

Complementando su actividad en la fundación, Yuri trabaja además con el Movice, un organismo en el que colaboran directamente tan solo 50 personas aproximadamente, con 27 sedes alrededor del país, y 4 sedes a nivel internacional. En este movimiento desempeña en gran medida la misma función que en la fundación, tomando e investigando casos, pero esta vez a nivel nacional. Es el vocero de los sin voz, de los amenazados, de los abusados por los entes del Estado.

Es el mismo Yuri el que le ha ido haciendo campo judicialmente al caso de su hijo para que no quede en el olvido. “Llevaba año y medio con el caso de Yuri en la fiscalía, y estaba resultando infructuoso”, cuenta Mahecha, “pero el ocho de Marzo del año pasado él decidió encadenarse frente al edificio de la fiscalía, logrando que la fiscal general de la nación se interesara por su caso y lo moviera mínimamente”.

Yuri Neira ha sido víctima de numerosas detenciones legales por la fiscalía, de un allanamiento realizado por el DAS en 2009 por la supuesta fabricación de un explosivo en su casa, y dos exilios del país por amenazas contra su vida. Hoy en día se encuentra extrañando a Colombia, “con sus problemas y todo” y piensa volver pronto para seguir luchando firmemente.

Con inmensa humildad en su voz, Yuri dice verse en un futuro continuando haciendo lo que hace hoy: investigando y denunciando casos de brutalidad policiaca y crímenes de Estado, tratando de que muchos de ellos, sino todos, no queden en la impunidad y en el olvido, y que los culpables de estos crímenes respondan por ellos.