6 de marzo de 2018

¿Las bodas son la punta del iceberg?



No soy muy agüerista, salvo por los deseos de las 12 uvitas de Año Nuevo. No hay nada más poderoso que eso, y no hay mejor forma de comenzar el año que cumpliendo sueños. Una de mis uvas estaba reservada para instruirme como feminista que soy, cultivando mi mente, mi cuerpo y haciendo pedagogía de género a quienes más quiero. Como el proceso es lento y constante, lo mínimo es disfrutarlo, ¿no?

El otro día estaba leyendo Cómo ser mujer, de Caitlin Moran, una autobiografía divertida de esta escritora británica, que relata sus memorias y experiencias como mujer y como feminista de una familia de nueve hermanos sin mucho billete de sobra. Cada capítulo narra desde la experiencia situaciones en las que las mujeres somos desafiadas y afectadas: desde la primera menstruación, la imagen corporal y la moda, hasta aspectos más polémicos como la decisión de tener o no hijos, el machismo en el ámbito laboral y el aborto.

El tema de la boda, por su puesto, no queda de lado. No se refiere propiamente al matrimonio y la convivencia con el esposo, sino al evento con el que SE SUPONE muchas mujeres sueñan y planean desde niñas. Sobra decir que nunca he soñado ni planeado mi boda, de hecho pocas veces he pensado en eso en mi vida, a pesar de que no me disgusta la idea de hacer un acto simbólico con quien ame en dado momento de mi existencia, como promesa de respeto y amor (no eterno porque a estas alturas, "solo sé que nada sé").

En todo caso, Moran hace en este capítulo, que titula "¡Me casé!", una lista de cinco razones por las que el dichoso evento, no es tan dichoso después de todo. Sin ánimo de spoilear el capítulo entero, transcribo únicamente el primer párrafo de la primera razón:
"1) COSTE. ¡Señoras! Ser mujer ya es muy, muy caro. Tampones, peluqueros, cuidado de los niños, productos de belleza, zapatos de mujer tres veces más caros que los de hombre... Entre las cosas que necesitamos y las cosas sin las que nos sentimos desnudas (un corte de pelo decente), nuestra situación es ya ruinosa. Y todo eso sin incluir el factor de un sueldo treinta por ciento más bajo que el de los hombres, y de ser las que normalmente ven cómo su carrera va a pique como el Titanic cuando se plantea la pregunta «¿Quién se va a ocupar de los niños?»." 
Podríamos acabar este post únicamente con esa cita, que básicamente resume todo lo que está mal con el mundo. ¿Pero qué gracia tendría? ¡Quejémonos un poco!

No sé con certeza si la intención de la autora era hablar del Pink Tax (o Impuesto Rosa), pero hacia allá voy. Para quienes no lo saben, el denominado impuesto rosa se refiere al aumento del precio de productos y servicios femeninos (sobre todo ropa, higiene y belleza), con respecto a los productos masculinos, así se trate del mismo. El ejemplo más representativo es el de las cuchillas de afeitar, donde el producto es en esencia el mismo, solo que uno de ellos es rosa y evidentemente más costoso, o bien el de un corte de cabello (considerando que sea literalmente el mismo).

Hace tres años, el Departamento del Consumidor de Nueva York demostró en un informe que las mujeres pagamos más dinero en 800 productos. Y esque de acuerdo a este estudio, los artículos con etiqueta femenina tienen un precio superior 42% de las veces. Si quieren leer un poco más al respecto, les recomiendo no sólo consultar el informe completo sino también leer este post de Lolas Magazine, en donde hablan del slogan de L'Oréal y su justificación a este impuesto. ¡Absurdo!

Ahora, algo importante es que no solo pagamos más por ser mujeres, sino que ganamos menos. ¿Cuál es tu lógica, capitalismo? La brecha salarial entre hombres y mujeres ha sido una problemática constante desde... Desde que se "nos permite" trabajar. De hecho, según datos de ONU Mujeres y OIT (2017), la brecha salarial en el mundo entre hombres y mujeres es del 23%, y en Colombia, de acuerdo al DANE, es de 18.7% (te recomiendo leer esta columna). 

¡Todo esto a pesar de que las mujeres estudiamos más! El boletín técnico de 2016 sobre educación formal del DANE dice: "Las mujeres registran en todos los niveles educativos una mayor tasa de aprobación con respecto a los hombres." Increíble. 

Caitlin Moran no solo me cacheteó y me deprimió con ese primer párrafo, sino que también me empoderó. ¿Las bodas son la punta del iceberg? ¡No lo sé! Pero prometo pensarlo dos veces antes de tener una de las que pintan en películas.

 La verdad, queridos lectores, este post fue más terapéutico que todo. Cada tema por sí solo da mucho de qué hablar (¿aún puedo cambiar el tema de mi tesis? Bromeo), pero este es solo parte del resumen del panorama de la realidad de las mujeres. ¿Qué vamos a hacer al respecto?

1 de marzo de 2018

The Mortified Guide


Quienes me conocen saben que soy una adicta a todo el concepto de Netflix & Chill. No quisiera contar las horas (cientos de ellas) que he consumido viendo películas, series y documentales, pero por más vergonzoso que sea, no me arrepiento. Muchas veces me topo con joyas tan exquisitas, dignas de ser devoradas en una misma noche, dignas de ser difundidas a todo el que le interese y dignas de ser repetidas en caso de emergencia.

La joya de hoy es The Mortified Guide, una docu-serie de seis capítulos producida por Netflix, en donde hombres y mujeres leen sobre el escenario extractos de sus diarios de adolescentes, dejando al descubierto sus más grandes inseguridades del momento. Incluyendo cartas, fotografías, canciones, y hasta monólogos, esta serie deja en evidencia la payasada que somos en esa etapa tan difícil y hormonal que es la adolescencia.

Cada capítulo gira en torno a un tema específico que va desde el amor y el sexo, la familia y el anhelo por encajar, hasta los amores platónicos y las salidas del clóset. Personalmente encontré cada historia más absurda que la anterior y aún así me sentí completamente identificada. La frustración, la inseguridad y la confusión, todo revuelto escupido en la cara a través de historias realmente graciosas.

Entre mis favoritas está la historia del brownie, "The brownie experience". Es el ejemplo perfecto de la incongruencia adolescente y de la ira irracional hacia las cosas más insignificantes. Además, la historia de un triángulo amoroso con el mismo muchacho de las hermanas Vera y Barb que tejen en diarios separados es de locos. No tengo hermanas, pero estoy segura que es la anécdota de varias mujeres, y por qué no, de hombres también.

No quisiera hacer spoiler de esta docu-serie, pero les cuento que la amé. Si la ven, hacemos un grupo de anécdotas.

Me despido con el slogan que, en retrospectiva, es muy acertado en mi caso: "We're all freaks, we're all fragile and we all survived".

7 de mayo de 2016

8 de abril de 2016

Mujeres en acción: conquistando deportes urbanos

Los deportes urbanos en Bogotá se hicieron visibles en todo el país con la antigua administración de la alcaldía. Por medio del programa de Gerencia de Deportes Urbanos y Nuevas Tendencias, DUNT, liderado por el Instituto de Recreación y Deporte, IDRD, los deportistas urbanos lograron encontrar espacios para practicar sus disciplinas. Con el DUNT, más de 25 mil deportistas lograron un reconocimiento social y deportivo, pero lo más importante es que se ha logrado destacar la participación femenina. Ahora son cada vez más las mujeres que se animan a practicar algún deporte urbano.


[Reportaje presentado para la asignatura de Producción Periodística IV]

2 de marzo de 2016

League Of Legends: de lo virtual a la realidad

Los seguidores del juego online, League of Legends, LOL, se reunieron por segunda vez para compartir su afición y fortalecer su comunidad de jugadores en Bogotá. Con diferentes actividades, cerca de 40 personas demostraron sus habilidades y conocimientos frente al video juego que cada vez acoge más personas.


[Noticia publicada en Plaza Capital]

26 de febrero de 2016

Transexuales, Olímpicos y Testosterona

En los últimos años se ha venido hablando sobre la aceptación del Tercer Sexo a nivel mundial, y el campo deportivo no ha sido ajeno a esta polémica. Recientemente, el Comité Olímpico Internacional, COI, recomendó la participación de atletas transexuales en competencias de alto rendimiento, sin haberse sometido a una cirugía previa. La decisión abrió el debate en el país sobre la reglamentación y el uso de hormonas que pueden afectar el rendimiento físico de los deportistas transexuales. 


[Reportaje publicado en Plaza Capital]

18 de octubre de 2015

De la violencia física y psicológica

Ayer, después de salir de la casa de una de mis amigas del colegio, vi una escena que me dejó un malestar en todo el cuerpo el resto de la noche. Se trataba de una mujer de unos treinta y cinco, y un hombre de unos treinta y ocho, tal vez un poco más, que eran pareja y estaba discutiendo tras salir de una tiendita en la esquina de la cuadra donde habían estado bebiendo (lo sé porque los vi en la tarde, camino a la casa de mi amiga).

Resulta que peleaban por otro hombre que estaba sentado en una mesa contigua, y aparentemente el novio de la mujer estaba celoso por eso, vaya uno a saber los antecedentes de la situación. Pues en un principio, el hombre le reclamaba a la mujer y le gritaba agresivamente en su cara, insultándola de todas las formas posibles. Luego, los ánimos escalaron abruptamente y este le propinó varias cachetadas en la cara, una patada en la pierna y un jalonazo en el pelo que me dolió en el alma. 

Estaba con algunas de mis amigas junto a la portería del edificio observando todo, y no pude más, les dije con desespero que hiciéramos algo, mientras el hombre seguía caminando e insultando a su pareja, quien iba corriendo detrás dándole explicaciones incomprensibles. A esto, varias de ellas se limitaron a responderme: "¿hacer qué?", "no nos metamos, después nos pega también a nosotras" y la peor, "para qué, véala, es una idiota, está detrás del man después de esa tunda". Qué impotencia.

Afortunadamente en ese preciso momento, un par de policías pasaron en moto, y les hicimos señas para que se detuvieran. Les contamos la escena que acabábamos de presenciar, e inmediatamente se dirigieron hacia la pareja, que ya estaban a una cuadra de distancia. Uno de los patrulleros requisó al hombre, mientras que el otro cuestionaba a la mujer. En menos de cinco minutos, los policías volvieron a montarse en la moto y se devolvieron donde estábamos, lo que nos dijeron fue espeluznante: "la muchacha dice que todo está perfecto, que no tiene ninguna queja, a pesar de que tiene los ojos llorosos". 

Tengo que confesar que nunca había visto a a un hombre pegándole a una mujer en vivo y en directo, tampoco a una mujer defendiendo a su agresor. Es cierto que escenas como estas se ven en películas, novelas, se escuchan en chismes, en fin, se sabe que es algo que sucede más seguido de lo que debería, pero de ahí a verlo directamente es impactante. Mi padres, como cualquier pareja, también pelean. Han tenido discusiones fuertes, se han gritado, pero jamás se han agredido físicamente en medio de estas. La agresión física más escandalosa que ha habido entre ellos han sido las marcas de las cosquillas (en serio). 

Al volver a mi casa, no pude dejar de darle vuelas al asunto. En primer lugar, ¿qué deberían hacer los testigos en situaciones como estas? Está claro para mí que hay que reaccionar ante los abusos, tómenlo por solidaridad de género o por simple empatía, por sensibilidad, por lo que sea. Sin embargo, cuando la mujer defiende al hombre, ¿qué más se podría hacer? No es posible obligar a una víctima de abuso a denunciar a su agresor, es algo que se tiene que hacer por voluntad propia.

En segundo lugar, ¿realmente quien es víctima de abuso es una idiota, como dijo una de mis amigas? No. Creo que las cosas son más complicadas que eso. El abuso físico está intrínsecamente ligado al abuso psicológico que, en mi opinión, es aún más grave que el primero. Es posible que en un principio la víctima ni siquiera esté consciente de que esté siendo abusada, algunas lo saben pero guardan la esperanza de que su pareja cambie, se conmueva y se transforme, cosa que es poco probable que suceda. Se trata de algo así como un lavado de cerebro, hay manipulación de por medio y, para qué decirnos mentiras, es cierto que el amor es ciego, y hasta sordo y mudo. Además de esto, muchas de estas mujeres tal vez sientan que es su culpa, o que es lo que se merecen, cosa que sobra decir que es totalmente falso.

Esto último me lleva a pensar que esta situación le puede pasar a cualquiera, desde el más estudiado, el más rico, hasta al más humilde. Es lo que más miedo me da. Muy probablemente todos, hombres y mujeres, hemos sido víctimas de abuso psicológico en algún momento de nuestras vidas y no nos hemos dado cuenta de ello oportunamente. En mi caso, he tenido relaciones tóxicas, a parte del maltrato verbal que, creo es el más común, hay detalles pequeños que con el tiempo podrían haber escalado. El hecho de que se moleste porque salgo, porque hable y salga con ciertos amigos, el hecho de que me haga sentir mal conmigo misma, inferior, o que algo está mal conmigo. Cosas que probablemente no se dicen con intención en medio de una pelea, pero que de todas formas agrede, de una u otra forma. 

Por otro lado, es posible que estas acciones las "dejemos pasar" porque culturalmente hay muchas de ellas que se han naturalizado. Por esta razón no me excluyo como agresora, estoy segura que en algún momento he abusado de alguien psicológicamente también, y probablemente no lo consideré como tal. De manera que no es cuestión de que la mujer sea 'boba', se trata de que es difícil primero darse cuenta del abuso y aceptarlo, y segundo reaccionar, cosa que requiere mucha valentía.

Qué importante es abrir los ojos, ser más consciente del trato que estamos dando y recibiendo. La violencia tiene muchas modalidades, y ninguna es justificable.