13 de septiembre de 2015

¡Me encanta volar!



No acostumbro postear cosas de alguien más, pero no veo por qué no habría de hacerlo, ¡en especial si es tan lindo como esto!

Ya escondí un amor por miedo a perderlo. Ya perdí un amor por esconderlo. Ya he sentido tanto miedo, hasta el punto de no sentir mis manos. Ya expulsé personas que amaba de mi vida, ya me arrepentí por eso. Ya pasé noches llorando hasta quedarme dormida. Ya me fui a dormir tan feliz, hasta el punto de no poder cerrar los ojos.
Ya creí en amores perfectos, ya descubrí que ellos no existen. Ya amé a personas que me decepcionaron, ya decepcioné a personas que me amaron.
Ya pasé horas frente al espejo tratando de descubrir quién soy. Ya tuve tanta certeza de mí, hasta el punto de querer desaparecer. Ya mentí y me arrepentí después. Ya dije la verdad y también me arrepentí.
Ya sonreí llorando lágrimas de tristeza, ya lloré de tanto reír. Ya creí en personas que no valían la pena, ya dejé de creer en las que realmente valían. Ya tuve ataques de risa cuando no debía. Ya rompí platos, vasos, jarrones, de rabia.
Ya extrañé mucho a alguien, pero nunca se lo dije. Ya soñé de más, hasta el punto de confundir la realidad. Ya tuve miedo de lo oscuro, hoy en lo oscuro me encuentro, me agacho, me quedo ahí.
Ya me caí muchas veces pensando que no me levantaría, ya me levanté muchas veces pensando que no me caería más.
Ya llamé a personas cercanas de "amigos" y descubrí que no lo eran... A algunas personas nunca necesité llamarlas de ninguna manera y siempre fueron y serán especiales para mí.
No me den fórmulas ciertas, porque no espero acertar siempre. No me muestren lo que esperan de mí porque voy a seguir mi corazón. 
No me hagan ser lo que no soy, porque sinceramente soy diferente.
No sé amar por la mitad, no sé vivir de mentira, no sé volar con los pies en la tierra. Me gustan los venenos más lentos, las bebidas más amargas, las drogas más potentes, las ideas más insanas, los pensamientos más complejos, los sentimientos más fuertes.
Tengo un apetito voraz y los delirios más locos. Pueden hasta empujarme de un risco y yo voy a decir: "¿Qué más da? ¡Me encanta volar!"

-Clarice Lispector

Catarsis



Hoy decidí publicar los borradores de algunos escritos. Aquellos "intentos" de entradas que nunca culminaron por falta de valor, por orgullo, por dolor. Fueron escritos en días, en tiempos, en circunstancias y emociones distintas. Algunos son más fuertes que otros. Hoy decido hacerlos públicos, decido al fin dejar de apretar 'pausa', decido dejarte ir. Aún dueles, pero ahora te recuerdo con amor y agradezco todo lo vivido, todo lo aprendido. Ha pasado mucho tiempo ya, ambos lo sabemos, pero a la gente igual le encanta comentar... No hace falta decir más, me hace feliz que seas feliz.



05/11/2013
Confianza

Son esas, tus relaciones amorosas de antes, las que atormentan mi presente, las que evitan que progrese. Son los fantasmas de nuestra relación, que por poco se materializan cuando los buscaste, no solo una, sino varias veces, y no por despecho, ni por equivocación, fue totalmente consciente. ¿Qué pensabas en ese entonces? Luché tan duro y por tanto tiempo por ser la protagonista de nuestra historia de amor, porque sentí que no me veías… No lo hacías. Veías a través de mí, aunque gritara tu nombre, aunque agitara mis manos, no lo hacías. Era una agradable sombra a tu lado, acogiéndote mientras tratabas de no permanecer solo, como siempre.

Cuando al fin me viste era ya muy tarde. Un año había transcurrido ya, y mi frágil confianza se había al fin quebrado en mil trocitos. Pero como embrujada por ti, aun así recogí cada uno de los pedacitos sin saber, claro, qué sería de ellos, o cómo podría volver a juntarlos, pero con la esperanza de que era posible hacerlo. Estaban ahí, apilados en un rincón de mi corazón, hasta que decidiste verme realmente, hasta que me detallaste minuciosamente, hasta que, de tanto observarme, te aprendiste mi todo de memoria. ¡Cuánta felicidad! Aunque malherida, mi objetivo se había finalmente completado. Me podías ver, a mí y solo a mí.

Sin embargo, los pedacitos seguían arrinconados en mi corazón, y al darte cuenta, corriste a comprar pegamento y tratar de pegarlos unos con otros apresuradamente. Ocho meses bastaron para pegar muchos de ellos, pero no te diste cuenta que era como un rompecabezas, y muchas de las “fichas” que ya habías pegado, simplemente no casaban. Estabas con afán, querías terminar de juntarlo, de pegarlo todo en un instante, y yo dejé que lo hicieras, porque siempre he apoyado con firmeza cualquier loca decisión que hayas tomado.

Cuando te cansaste de seguir pegando, quisiste que simplemente me apoyara en el pedazo que ya habías pegado que, además como no lo habías hecho de la forma que era, había quedado con huequitos entre pieza y pieza… El resto de los pedacitos de confianza quedaron ahí donde los pusiste para no verlos más y sentir que habías terminado de pegarlos todos. Se quedaron ahí donde escondiste también los temas de los que yo quisiera hablar, para comprender en qué fallé y por qué fallaste tú.

Y permanecen allí, esperando a que decidas al fin tomarte otro tiempo para terminar de pegar los pedacitos de confianza que quedan, y acabar con una buena capa de conversación honesta de los temas que te molestan. Esto para que ni los huequitos entre pieza y pieza se sientan, y para que quede como nueva esa capa de confianza que tanto le hace falta a mi corazón. 



06/12/2014
Pasar una página

Por aquél entonces Elisa pensaba que viviría para siempre así, entre nubes de corazones marchitos, entre algodones de azúcar hechos de papel periódico, entre los brazos de su amado lleno de errores y confusiones. Era feliz -la mayor parte del tiempo-. Pensaba fervientemente que un día sus problemas simplemente se esfumarían, que sus dudas se desvanecerían y su confianza en él resurgiría, como por arte de magia. No fue así. No fue así porque él no lo quiso así. El ritmo, la distancia, la espera culminó finalmente su paciencia -o eso decía él-. Desesperada, intentó retenerlo, ¿y cómo no? Lo amaba.

Sin embargo, todo se fue derrumbando a su alrededor. Decidió entonces -una vez más- olvidarlo al fin, pero él volvió. Iba y volvía a su antojo. Buscaba en otros rostros, en otras manos, en otros corazones algo que nunca había perdido -o algo que nunca había encontrado-, y al ver que no lo encontraba, regresaba a ella. Siempre regresaba.

La última vez que lo vio Elisa, sus palabras estaban llenas de promesas y ella las creyó inocentemente, sabiendo muy en el fondo que su amado nunca podría cambiar, que nunca lo había hecho, y que solo era cuestión de tiempo para que, una vez más, rompiera sus vacías promesas. Y así fue. Así fue porque así era él, incapaz de lidiar con la soledad, incapaz de lidiar con sí mismo, urgido de compañías pasajeras.

Pero no solo tuvo el descaro de negarlo, sino también de intentar ocultar las más evidentes pruebas de lo que había hecho. Pero ya era muy tarde, el daño estaba hecho y las imágenes de ello quedarían para siempre en la mente de Elisa. Sí, descarado, ahora sus acciones por fin hablaban por él, y sus palabras quedaron relegadas a esa canequita llamada "mierda". La charada había sido descubierta, y supo que no debía, no podía defenderse.

El tiempo pasó y desde entonces Elisa no tuvo más noticias de él. Entendió que el fin había verdaderamente llegado y no tuvo más opción que seguir el sabio consejo de su amado hace un par de meses: "Pasar la página". ¡Oh que si la pasó! Resurgió entre las cenizas cual fénix y salió de aquella cuevita en la que se había refugiado por tanto tiempo...

Hoy en día Elisa ha vuelto a ser quien era antes de él, ha vuelto su brillo y su color, su tenacidad se desempolvó. No ha olvidado, claro, los primeros amores -buenos o malos- nunca se olvidan, pero ha perdonado. Se pregunta aún qué habría sido de las nubes de corazones y los algodones de azúcar si su amado y ella hubieran permanecido juntos... Probablemente habrían sido devorados hace rato por gigante verde -o no-.

¿Qué será de su vida?
- Ya lo sé, que hace rato me olvidó, solo espero que esté bien, y por más que espero que se arrepienta, espero que sea feliz. Es un odio amoroso, una lágrima de felicidad, un abrazo destructivo, y así de paradójico era su amor por él.
- ¿Volverías?
- Volver a lo de antes, nunca.
- ¿Crees que las personas pueden cambiar?
- Lo dudo, pero siempre es bueno encontrarse sorpresas en el camino.




01/05/2014
Sin título

Caminando por tu casa, recordé que te había perdido.



08/10/2014
Sin título

Duele sentir que es el final. Muchas veces antes lo he sentido ya. Nada de esto fue justo. Ni tu partida, ni...



19/03/2015
Sin título

Apretó el puño, levantó la cabeza y miró hacia el frente a un punto fijo, tratando con mucho esfuerzo de no desviar ni un milímetro sus ojos, mientras cruzaba el pasillo en dirección contraria a ella. Su piel se erizó al pasarla y sintió un cosquilleo subiendo por el estómago. Estaba seguro que ella había volteado a verlo, estaba seguro que ella sentía lo mismo que él. Tuvo que parar a recobrar el aliento, y con cada bocanada de aire recordó su cabello rizado y abundante que se meneaba siempre un poco con cada paso que daba, desprendiendo un sutil aroma a frutas, a rosas, a dulce, quién sabe. Tenía que salir de allí.



01/05/2015
Falta algo

"Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad."
- Enrique Tierno Galván


Pensé, en algún momento de mi vida, hacer una suerte de receta para una relación perfecta, un ABC de las relaciones, incluyendo una a distancia. Pensé también en exhibir amores a diestra y siniestra con fotos e infinitos textos llenos de emoticones amorosos que lo acompañaran. Pensé en aconsejar a mis amistades sobre los azares del amor, sobre 'cómo ser feliz y ya' en un noviazgo. Pensé tantas cosas que ahora me apena nombrar, hacer, siquiera pensar. 

Lo más curioso del cuento, es que pensé todo aquello cuando en mi propia relación no había problema alguno, no existían, y si existía, no lo veía. Pensé todo aquello en el momento en que comenzaba a descubrir el amor por primera vez, en que me dejaba embelesar sin preocupación alguna por cualquier gesto detallista, por cualquier cariñoso susurro al oído, por cualquier promesa de amor. Resulta que las cosas nunca son como lo parecen.

Un corazón roto es lo más aterrador y desagradable que he experimentado jamás. Dicen que de desamor nadie muere, pero casos se han visto. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero a mi no me alcanzó a curar... ¿De cuánto tiempo es ese 'tiempo que lo cura todo'? De lo que estoy segura es que no hay mejor lección que la que deja una tusa: no prometa nada mientras esté entusado, el tiro le puede salir por la culata. 'Nunca lo voy a perdonar', 'nunca vamos a volver', y mi favorita, 'lo odio', son algunos de los ejemplos de babosadas que se dicen antes de un regreso apocalíptico a los brazos del susodicho o la susodicha.

Pero existen casos, les juro, en donde sin importar el tiempo en que pase, no se 'supera' a alguien, queda una espinita. Escuchar su nombre, ver sus fotos, recordar momentos o situaciones o lugares desencadenan la más trágicas de las sensaciones, una patética mezcla entre amor y odio, felicidad y tristeza, optimismo y pesimismo... Sinónimos y antónimos se unen formando un caos tal que hacen falta un par de minutos para recobrar la cordura, la dignidad, todo.

Como buena partidaria del amor que soy, 'sentir es vivir', pero ¡ay qué si duele a veces sentir!