18 de octubre de 2015

De la violencia física y psicológica

Ayer, después de salir de la casa de una de mis amigas del colegio, vi una escena que me dejó un malestar en todo el cuerpo el resto de la noche. Se trataba de una mujer de unos treinta y cinco, y un hombre de unos treinta y ocho, tal vez un poco más, que eran pareja y estaba discutiendo tras salir de una tiendita en la esquina de la cuadra donde habían estado bebiendo (lo sé porque los vi en la tarde, camino a la casa de mi amiga).

Resulta que peleaban por otro hombre que estaba sentado en una mesa contigua, y aparentemente el novio de la mujer estaba celoso por eso, vaya uno a saber los antecedentes de la situación. Pues en un principio, el hombre le reclamaba a la mujer y le gritaba agresivamente en su cara, insultándola de todas las formas posibles. Luego, los ánimos escalaron abruptamente y este le propinó varias cachetadas en la cara, una patada en la pierna y un jalonazo en el pelo que me dolió en el alma. 

Estaba con algunas de mis amigas junto a la portería del edificio observando todo, y no pude más, les dije con desespero que hiciéramos algo, mientras el hombre seguía caminando e insultando a su pareja, quien iba corriendo detrás dándole explicaciones incomprensibles. A esto, varias de ellas se limitaron a responderme: "¿hacer qué?", "no nos metamos, después nos pega también a nosotras" y la peor, "para qué, véala, es una idiota, está detrás del man después de esa tunda". Qué impotencia.

Afortunadamente en ese preciso momento, un par de policías pasaron en moto, y les hicimos señas para que se detuvieran. Les contamos la escena que acabábamos de presenciar, e inmediatamente se dirigieron hacia la pareja, que ya estaban a una cuadra de distancia. Uno de los patrulleros requisó al hombre, mientras que el otro cuestionaba a la mujer. En menos de cinco minutos, los policías volvieron a montarse en la moto y se devolvieron donde estábamos, lo que nos dijeron fue espeluznante: "la muchacha dice que todo está perfecto, que no tiene ninguna queja, a pesar de que tiene los ojos llorosos". 

Tengo que confesar que nunca había visto a a un hombre pegándole a una mujer en vivo y en directo, tampoco a una mujer defendiendo a su agresor. Es cierto que escenas como estas se ven en películas, novelas, se escuchan en chismes, en fin, se sabe que es algo que sucede más seguido de lo que debería, pero de ahí a verlo directamente es impactante. Mi padres, como cualquier pareja, también pelean. Han tenido discusiones fuertes, se han gritado, pero jamás se han agredido físicamente en medio de estas. La agresión física más escandalosa que ha habido entre ellos han sido las marcas de las cosquillas (en serio). 

Al volver a mi casa, no pude dejar de darle vuelas al asunto. En primer lugar, ¿qué deberían hacer los testigos en situaciones como estas? Está claro para mí que hay que reaccionar ante los abusos, tómenlo por solidaridad de género o por simple empatía, por sensibilidad, por lo que sea. Sin embargo, cuando la mujer defiende al hombre, ¿qué más se podría hacer? No es posible obligar a una víctima de abuso a denunciar a su agresor, es algo que se tiene que hacer por voluntad propia.

En segundo lugar, ¿realmente quien es víctima de abuso es una idiota, como dijo una de mis amigas? No. Creo que las cosas son más complicadas que eso. El abuso físico está intrínsecamente ligado al abuso psicológico que, en mi opinión, es aún más grave que el primero. Es posible que en un principio la víctima ni siquiera esté consciente de que esté siendo abusada, algunas lo saben pero guardan la esperanza de que su pareja cambie, se conmueva y se transforme, cosa que es poco probable que suceda. Se trata de algo así como un lavado de cerebro, hay manipulación de por medio y, para qué decirnos mentiras, es cierto que el amor es ciego, y hasta sordo y mudo. Además de esto, muchas de estas mujeres tal vez sientan que es su culpa, o que es lo que se merecen, cosa que sobra decir que es totalmente falso.

Esto último me lleva a pensar que esta situación le puede pasar a cualquiera, desde el más estudiado, el más rico, hasta al más humilde. Es lo que más miedo me da. Muy probablemente todos, hombres y mujeres, hemos sido víctimas de abuso psicológico en algún momento de nuestras vidas y no nos hemos dado cuenta de ello oportunamente. En mi caso, he tenido relaciones tóxicas, a parte del maltrato verbal que, creo es el más común, hay detalles pequeños que con el tiempo podrían haber escalado. El hecho de que se moleste porque salgo, porque hable y salga con ciertos amigos, el hecho de que me haga sentir mal conmigo misma, inferior, o que algo está mal conmigo. Cosas que probablemente no se dicen con intención en medio de una pelea, pero que de todas formas agrede, de una u otra forma. 

Por otro lado, es posible que estas acciones las "dejemos pasar" porque culturalmente hay muchas de ellas que se han naturalizado. Por esta razón no me excluyo como agresora, estoy segura que en algún momento he abusado de alguien psicológicamente también, y probablemente no lo consideré como tal. De manera que no es cuestión de que la mujer sea 'boba', se trata de que es difícil primero darse cuenta del abuso y aceptarlo, y segundo reaccionar, cosa que requiere mucha valentía.

Qué importante es abrir los ojos, ser más consciente del trato que estamos dando y recibiendo. La violencia tiene muchas modalidades, y ninguna es justificable.


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